La verdad es y tiene que ser el punto de partida de la campaña SQUASH SIN FRONTERAS. No lo es la conveniencia o inconveniencia personal de publicar un artículo o una información, sino el hecho mismo de que esta información sea veraz y pertinente. Veraz porque si fallamos en este aspecto nos estaríamos convirtiendo en aquello que criticamos y atacamos. Pertinente, porque la meta de esta campaña es claramente lograr la depuración del squash colombiano. Lograr dirigentes honestos que realmente velen por los intereses comunes más que por sus intereses personales. Porque esas dos han sido las razones fundamentales de esta campaña: la mentira y los abusos comprobados de los dirigentes del squash como Carlos Espinal y Raúl Vargas, y la permanente manipulación de casi todos, empezando por Sergio Rodríguez y Martha Luz Vega, en busca de sus propios intereses y en detrimento de los de aquellos que no están representados en las estructuras de poder que ellos mismos manejan.
Pero a este nivel hay muchas más cosas de lo que podemos ver. Hay dirigentes nuevos que se vinculan en forma reciente al squash como Jorge Dangond. Y porque son nuevos precisamente es que no han participado en las danzas de Fedesquash. Pero a Dangond y a los demás se les entregaron las pruebas de lo que está pasando en Fedesquash. Pero no les importó, no les importa. Dangond simplemente no respondió nada ante las pruebas y rápidamente se comprometió con la federación y sus dirigentes. Parece que sus intereses estaban por encima de esas pruebas. Como tantos otros, aun a sabiendas de lo que pasaba se vinculó sin escrúpulos con aquellos a quienes se les han demostrado con creces actuaciones deshonestas.
¿Cómo entender estas actitudes? ¿Qué significa el que una persona aparentemente honesta siga el camino de aquellos que ya han caído en actuaciones corruptas y falsas? ¿Qué significa el que una persona aparentemente honesta apruebe y cohoneste actuaciones claramente falaces y corruptas? ¿Esto lo hace a él también deshonesto, o solo cómplice? ¿Y ser cómplice es ser deshonesto?
No es fácil comprender las motivaciones de personas así. Porque por norma lo que hemos aprendido desde niños es que una persona honesta no se junta con personas deshonestas, ni aprueba sus conductas, ni participa en ellas, así no pueda hacer mucho por corregirlas. Pero por lo menos se mantiene aparte, se escandaliza al saber lo que está sucediendo, como fingió Raúl Vargas la primera vez que se le habló de lo que estaba pasando en Fedesquash (después descubrimos que él era uno de los principales artífices y que nos estaba tomando el pelo). Lo mismo Carlos Espinal.
Y llegado a este punto las cosas nos tocan a todos. Porque si todos sabemos lo que pasa en Fedesquash y por miedo, o por pereza, o por cálculo personal no decimos nada, no rechazamos, dejamos que las cosas sigan adelante, entonces quiere decir que todos somos de alguna manera cómplices de lo que allí ocurre. Y si no sabemos porque no queremos saber, porque no nos conviene saber, entonces también es claro que por sobre la verdad, sobre la justicia y la honestidad, están primando nuestros intereses personales (igual que los de ellos). Porque lo que correspondería hacer sería enterarnos, averiguar a fondo lo que sucede, llegar a saber si las acusaciones que se les hacen son ciertas o no, antes de seguir participando en algo que compromete nuestra honra por el solo hecho de no ver. De no ver porque no queremos ver o porque no nos conviene ver.
Recordemos: se peca de palabra, obra u omisión, ¿recuerdan? Y el pecador no es solo quien comete el acto: lo son también quienes callan porque la verdad los puede perjudicar.
O será, será que en este mundo que lo relativiza todo, ¿los valores han dejado de existir? ¿Los valores y la ética y la moral, y ahora todo es bueno y todo está permitido? ¿La mentira, el engaño, la falsificación, el usar los bienes públicos para beneficio personal? Puede ser, y entonces toda esta lucha sería inútil y terminaríamos siendo verdaderos extraños en un mundo ajeno.
A lo mejor ya lo somos y no nos hemos dado cuenta.
Pero a este nivel hay muchas más cosas de lo que podemos ver. Hay dirigentes nuevos que se vinculan en forma reciente al squash como Jorge Dangond. Y porque son nuevos precisamente es que no han participado en las danzas de Fedesquash. Pero a Dangond y a los demás se les entregaron las pruebas de lo que está pasando en Fedesquash. Pero no les importó, no les importa. Dangond simplemente no respondió nada ante las pruebas y rápidamente se comprometió con la federación y sus dirigentes. Parece que sus intereses estaban por encima de esas pruebas. Como tantos otros, aun a sabiendas de lo que pasaba se vinculó sin escrúpulos con aquellos a quienes se les han demostrado con creces actuaciones deshonestas.
¿Cómo entender estas actitudes? ¿Qué significa el que una persona aparentemente honesta siga el camino de aquellos que ya han caído en actuaciones corruptas y falsas? ¿Qué significa el que una persona aparentemente honesta apruebe y cohoneste actuaciones claramente falaces y corruptas? ¿Esto lo hace a él también deshonesto, o solo cómplice? ¿Y ser cómplice es ser deshonesto?
No es fácil comprender las motivaciones de personas así. Porque por norma lo que hemos aprendido desde niños es que una persona honesta no se junta con personas deshonestas, ni aprueba sus conductas, ni participa en ellas, así no pueda hacer mucho por corregirlas. Pero por lo menos se mantiene aparte, se escandaliza al saber lo que está sucediendo, como fingió Raúl Vargas la primera vez que se le habló de lo que estaba pasando en Fedesquash (después descubrimos que él era uno de los principales artífices y que nos estaba tomando el pelo). Lo mismo Carlos Espinal.
Y llegado a este punto las cosas nos tocan a todos. Porque si todos sabemos lo que pasa en Fedesquash y por miedo, o por pereza, o por cálculo personal no decimos nada, no rechazamos, dejamos que las cosas sigan adelante, entonces quiere decir que todos somos de alguna manera cómplices de lo que allí ocurre. Y si no sabemos porque no queremos saber, porque no nos conviene saber, entonces también es claro que por sobre la verdad, sobre la justicia y la honestidad, están primando nuestros intereses personales (igual que los de ellos). Porque lo que correspondería hacer sería enterarnos, averiguar a fondo lo que sucede, llegar a saber si las acusaciones que se les hacen son ciertas o no, antes de seguir participando en algo que compromete nuestra honra por el solo hecho de no ver. De no ver porque no queremos ver o porque no nos conviene ver.
Recordemos: se peca de palabra, obra u omisión, ¿recuerdan? Y el pecador no es solo quien comete el acto: lo son también quienes callan porque la verdad los puede perjudicar.
O será, será que en este mundo que lo relativiza todo, ¿los valores han dejado de existir? ¿Los valores y la ética y la moral, y ahora todo es bueno y todo está permitido? ¿La mentira, el engaño, la falsificación, el usar los bienes públicos para beneficio personal? Puede ser, y entonces toda esta lucha sería inútil y terminaríamos siendo verdaderos extraños en un mundo ajeno.
A lo mejor ya lo somos y no nos hemos dado cuenta.
ANTONIO TORRES