Llover sobre mojado, repetir lo repetido, pero aún así la muerte de una persona conocida nos lleva siempre a esa conciencia, a esa convicción arraigada ya de muchos años: qué efímero es todo lo que tenemos y lo que vivimos. En cualquier momento todo lo que amamos, todo aquello por lo que sufrimos y luchamos desaparece y queda tan solo esa realidad ineludible, inexpugnable: la muerte, nuestra propia muerte, ese momento definitivo y definidor en que nos enfrentamos a una sombra, a una totalidad incomprensible que trunca nuestros sueños. Nada que hacer. Nada porque es nuestro destino. El de todos los hombres, sin importar nuestra condición, si hemos tenido éxito o fracasado, si luchamos todavía o nos hemos entregado ya, si aún soñamos o si nuestros corazones se han enfriado con el cinismo de la vida. Igual debemos levantarnos, abandonar de lo que quiera que hagamos, dejar aquello a lo que estemos entregados y caminar hacia allí, hacia ese lugar del cual no podemos escapar y del cual tampoco podemos regresar: la muerte.
Algo importante sobre el coronel Sadovnik respecto al squash: hasta donde sabemos él ha sido la única de las personas vinculadas al squash que ha sido capaz de expresar con claridad y sin temor sus pensamientos y su oposición a los turbios manejos de Carlos Espinal, Sergio Rodríguez y sus amigos. El y su hijo Carlos Sadovnik. Sin miedo, aún a sabiendas de las retaliaciones que vendrían (y vinieron) alzó la voz con claridad contra la injusticia, el engaño y la mentira personificadas en Carlos Espinal y sus compinches. Sabemos que muchos piensan igual pero no se atreven a hablar. El sí. El si se atrevió.
Algo importante sobre el coronel Sadovnik respecto al squash: hasta donde sabemos él ha sido la única de las personas vinculadas al squash que ha sido capaz de expresar con claridad y sin temor sus pensamientos y su oposición a los turbios manejos de Carlos Espinal, Sergio Rodríguez y sus amigos. El y su hijo Carlos Sadovnik. Sin miedo, aún a sabiendas de las retaliaciones que vendrían (y vinieron) alzó la voz con claridad contra la injusticia, el engaño y la mentira personificadas en Carlos Espinal y sus compinches. Sabemos que muchos piensan igual pero no se atreven a hablar. El sí. El si se atrevió.
Así las cosas solo nos queda decir, buen viaje Coronel. Buen viaje y espero que nos veamos al otro lado de esta oscuridad. Y un abrazo muy grande para sus hijos, Carlos y Nicolás.