Pensando en la forma como las directivas del squash manejan el deporte, en el tipo de personas que las conforman, en su carácter y sus antecedentes, voy comprendiendo cosas que van más allá de este solo problema. Los directivos del squash manejan este deporte a partir de la mentira y el engaño. Toman desiciones basándose en una premisa muy peligrosa: que solo la mentira funciona, que solo el engaño es eficaz. Cuando un problema se presenta no piensan que se puede resolver a partir de la verdad, la franqueza y la honestidad, sino que acuden inmediatamente a la mentira y a la trampa. Asi manejaron la asamblea de finales del año pasado, asi manejan el dinero, asi manejan practicamente todo lo que les compete. E insisto: eso es lo que transmiten y lo que enseñan. Esa forma de ver y hacer las cosas. Esa forma de relacionarse unos con otros y con los demás. Es por eso que es tan peligroso lo que hacen. Porque los demás aprenden. Los que se acercan, los que se hacen amigos de ellos, los que se ponen en fila para ser ellos directivos a su vez, rapidamente aprenden que esa es la forma como hay que hacer las cosas. Rapidamente se corrompen. Como le pasó al Hombre Davivienda. Como les está pasando a tantos (a todos?) los que se acercan a ellos y prefieren no mirar lo que sucede, prefieren no denunciar, no confrontar, sino sumarse a lo existente.
Es el camino fácil: ponerse en fila, apoyar lo que existe sin mirar mucho y luego... recibir la recompensa. Y además termina por concordar con el caráter y forma de ser de muchas personas, una forma de ser que impera en este mundo y en especial en este país. Por eso no disuena, por eso es fácil de llevarla a cabo. Engañar y dejarse engañar. Jugar a cerrar los ojos, a que aquí no pasa nada, siempre y cuando para uno haya un beneficio.
Pero es un camino envenenado y que nos envenena a todos. Es un camino que destruye no solo las instituciones sino a la persona misma.
Y destruye lo más valioso que tenemos: nuestros hijos.