Friday, February 25, 2011

DISGRESIONES

Y el cansancio del Squash (tanto tiempo, esfuerzo, dinero dedicado a un deporte tan pequeño) me lleva a otros temas. Un tema duro también, difícil, escandaloso, un tema de corrupción como casi todos los que hemos tratado en este blogg casi siempre. Tiene que ver con el squash? Un poco. Sí y no. Se trata de un club que va desapareciendo por la corrupción de su promotor. Un club de golf, tenis y squash. El tenis y el golf ya se fueron, el squash aun queda aunque muy pequeño. Es el Club Campestre Rincón Grande. Les voy a contar la historia.
En el año de 1995 o 1996 (tal vez algo antes) el empresario ecuatoriano  Franklin Carrión lanzó  una idea bastante novedosa en un momento de auge de clubes en Bogotá. Algo que lo hacía distinto a los demás. ¿La idea? Sencillo. Un club con dos sedes. Una sede metropolitana en un magnifico sitio (calle 96 con carrera 21) y una sede campestre también en un sitio inmejorable: la zona de los clubes en el norte de Bogotá, a un lado del Club Militar de Golf y muy cerca del Club Hatogrande. La sede Metropolitana incluía seis canchas de squash con una de vidrio, salones de reuniones, restaurantes, bar, parqueaderos… un verdadero centro empresarial. La sede campestre incluía canchas de tenis, 9 hoyos de golf, una sede con piscina, más canchas de squash, piscina, restaurantes, etc. Es decir, un club completo a la altura de cualquiera de los de Bogotá, a excepción de tener solo 9 hoyos de golf. Salió a ventas y vendió. No sabemos con exactitud cuantas acciones pero lo suficiente para hacer la construcción de la sede metropolitana, y los 9 hoyos de golf, 10 canchas de tenis y una pequeña sede con restaurante. Y hasta ahí llegó. Nadie supo bien cuantas acciones vendió (veinticinco millones cada una) ni que hizo con la plata porque nunca entregó cuentas. Pero peor que eso: aunque puso las dos sedes a funcionar nunca entregó el club. Con la disculpa de que no había vendido el número de acciones suficientes no entregó la propiedad de los predios, es decir, no escrituró ninguna de las dos sedes a la Corporación Rincón Grande Country Club que aglutinaba a los socios, pero adicionalmente durante años manejó el club para su propio beneficio, arrendando acciones a diferentes personas y a diferentes precios mensuales(trescientos, cuatrocientos, trescientos cincuenta mil pesos) sin que estos dineros fueran a las arcas o a cubrir necesidades del club, sino a su propio bolsillo. Cuando los socios se cansaron de estos abusos Carrión estaba preparado. Desde años atrás había colocado uno de los predios que conformaban el campo de golf como garantía de una serie de deudas que él tenía con la Dian proveniente de múltiples negocios suyos personales o de la constructora que manejaba. Activó entonces el proceso de manera que la Dian entró a embargar y rematar el predio en cuestión (más o menos la mitad del campo de golf). ¿Adivinan quien compró en el remate? Si, tienen razón: Carrión con dos amigos (¿cómplices?)  Jairo Palacios y Efren Cardona. Y atérrense, Cardona era (y es) socio de Rincón Grande. La Dian sacó a los socios del Club y se lo entregó a ellos tres. Se organizaron y sacaron al público un nuevo club: el Club Britania, aunque algunos aún insisten en llamarlo Club Los Ladrones.
Pero ahí no termina la historia: como la gente conoce las andanzas de Carrión necesitaban alguien con una cara pasable que les ayudara a administrar el club y atrajera incautos. Ahí aparece Saludcoop (quienes tienen perfecto conocimiento de todo lo actuado) para que sean ellos quienes administren el club lavando de paso la fachada de esta presunta gran estafa.
Esa es en resumen la triste historia del Club Rincón Grande. Ahora Carrión se dispone a llevar a cabo un proceso de despojo similar contra la sede metropolitana del club, aun en poder de los socios, ya que nunca la escrituró al club tampoco.
 Bonita historia, bonito negocio, bonita astucia la de Carrión y sus amigos. Lo que la gente se pregunta es cuantas veces logrará vender el mismo club para luego recuperarlo despojando a los socios que  pagaron la acción de lo que les prometió, vendió, cobró y usufrutuó. Hagan cuentas. Si vendió 800 acciones recibió veinte mil millones de pesos ($20.000.000.000.oo) y luego se quedó con todo otra vez.
Bonito así.
  

Wednesday, February 02, 2011

CANSANCIO

Que pena con ustedes tanto tiempo sin escribir. La verdad no tengo excusa. Es simplemente cansancio. Cansancio de decir lo mismo una y otra vez, de una y mil maneras sin que eso cambie nada en el squash. Se supone que la verdad cambia las cosas, pero parece que ese axioma no aplica al squash colombiano. Ya todos sabemos quién es Raúl Vargas... y sin embargo sigue ahí. Ya todos sabemos que su único interés es favorecer a sus hijos, y sin embargo sigue ahí. Ya todos sabemos que ha falsificado firmas, ha desviado dineros, ha mentido y engañado para lograr sus propósitos, y sin embargo sigue ahí. Ya todos sabemos que la única razún que tienen los directivos para asumir esas posiciones es favorerecr a sus hijos o a ellos mismos. Y sin embargo siguen ahí. Todos sabemos que el que no llega corrompido se corrompe con el tiempo porque el sistema esta montado así y para eso. Y sin embargo sigue ahí. Todos sabemos que aún los directivos honestos, los que no son venales, los que no roban ni enganan ni falsifican ni mienten, están en sus cargos para lograr dineros del estado que favorezcan a sus hijos... Y sin embargo siguen ahí. Todos sabemos que el squash se maneja como la finca personal de Sergio Rodriguez, y de Martha Luz, y de Raul y etc etc... y sin embargo siguen ahí.
Ni modo. Al menos por el momento... van ganando. Al final debe triunfar la verdad, cierto? Bueno, esperemos que sea asi. Esperemos que a alguien más le interese la verdad, y la honestidad, y q4e en alguien aparezca un amor verdadero y altruista por este deporte porque de otra forma seguiremos como vamos: sin deportistas de alto nivel, sin jugadores interesantes, sin masificacion del deporte, sin programas de desarrollo, etc, etc... aunque sí, claro, cada vez con mayor numero de becas en Estados Unidos para los hijos de los directivos.
Ni modo.