Thursday, January 17, 2008

EL PRECIO DEL HONOR

El honor es algo que se ha venido olvidando y pasando por alto cada vez más en nuestra sociedad. Quizás porque en algún momento nos tomó por asalto la política del dinero fácil, de la mentira, del engaño, de la trampa, del todo vale para lograr nuestros objetivos. Por eso ahora lo que quiere la gente de Sergio Rodríguez es que olvidemos sus andanzas y sigamos adelante. Que asimilemos su proceder, sus engaños, sus mentiras, que lo asumamos como algo bueno y sigamos adelante. Pero eso no tiene lógica ni sentido. No tiene sentido pasar por alto como algo inocuo lo que se ha demostrado en la antigua Lisbog y en la antigua Liscun y en el Comité Ejecutivo de Fedesquash: han desviado dineros, han falsificado firmas y documentos, han utilizado sus cargos para lucrarse mediante contratos y negocios de suministros, para viajar por todo el mundo, han utilizado los dineros del estado y sus posiciones directivas para beneficiar en exclusiva a sus hijos. En realidad nos engañan a todos haciéndonos pensar que buscan el bien común cuando la realidad es que lo que buscan es su propio beneficio. Y no es por rencor o por incapacidad de perdonar que no debemos olvidar. No. La razón para recordar es que mientras ellos estén ahí seguirán haciendo lo mismo. De una u otra forma. De eso pueden estar seguros. Es cuestión de carácter. Mientras estén ahí van a seguir aprovechándose de nuestra ingenuidad y buena voluntad.
Pero hay algo más que hemos encontrado y que nos alarma y nos preocupa. Es una actitud, una especie de indiferencia cómplice en muchas de las personas del squash. Es un estar de acuerdo con que otros hagan, investiguen, descubran, pero no atreverse ellos mismos a hacer nada. Lo que se ha demostrado y descubierto en los dirigentes es muy grave. Y sin embargo la mayoría calla. ¿Por qué? ¿Porque están de acuerdo? No creo, aunque si creo que eso es lo que piensan Rodríguez y sus amigos. ¿Por cálculo? ¿Por interés personal? ¿Por miedo? Tal vez por las tres cosas. Muchos jugadores están hastiados de la corrupción imperante, pero callan mientras ellos también reciban beneficios y porque mientras los directivos corruptos permanezcan en el poder temen las represalias. Temen ser excluidos y que sus carreras deportivas terminen truncas y no logren sus metas. Temen ya no seguir recibiendo el auxilio económico que necesitan para seguir adelante. Por eso aceptan lo inaceptable y terminan siendo parte, quizás sin darse cuenta, de este circulo de corrupción. Los entrenadores también callan en su mayoría. Callan bien sea porque están a la espera de posiciones que solo el Comité Ejecutivo puede otorgar o callan porque tienen un sueldo que cuidar. Callan porque una buena parte de sus ingresos depende de los directivos venales y si hablan los perderían. Y sus familias sufrirían. No es bueno ni justo pero es lógico.
Otros callan porque tienen aspiraciones, porque se han puesto en fila para ser directivos y recibir ellos mismos honores y privilegios y claro, si denuncian los abusos actuales perderían su lugar. Callan y los apoyan porque ellos también quieren viajar por el mundo y conocer personalidades y darse los lujos de los altos directivos del deporte. O callan porque quieren que sus hijos prosperen a cualquier precio y la mejor forma de hacerlo es hacerse amigos de los poderosos, y claro, hacerse los de la vista gorda ante sus abusos. Otros callan simplemente porque esa es la manera como se han hecho las cosas en el squash hasta ahora. Y porque no hay otra. No hay ni ha habido otra forma de proceder que no sea someterse, ponerse en fila, plegarse a los deseos de aquellos en el poder. Entonces es lógico que callen. Pero también es triste. Es triste y doloroso ver como en este mundo deshonesto y turbio todo parece tener un precio. Hasta la verdad. Hasta el honor y la conciencia de los hombres.

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