Wednesday, April 23, 2008

UNA MUERTE LENTA

Es triste la situación de los dirigentes del squash colombiano aunque ellos no parecen haberse dado cuenta. Sergio Rodríguez, Carlos Espinal, Carlos Angulo, Raúl Vargas, Álvaro Parra, el curioso Hombre Davivivenda (siempre en el lugar equivocado), cada vez más desprestigiados, cada vez más aislados, cada vez más aferrados a un poder que parece escapárseles de entre las manos sin que sus múltiples manipulaciones les sirvan de nada y sin que ellos parezcan darse cuenta. A semejanza de lo sucedido con Alberto Gómez, Ernesto Lucena y, ¡Oh sorpresa! de nuevo el Hombre Davivienda, Álvaro Parra, en Lisbog, las trampas, engaños, falsificaciones y los turbios manejos de dinero que Squash Sin Fronteras les ha demostrado han quedado sin controvertir por la sencilla razón de que TODO ES VERDAD. Las amenazas de Carlos Espinal cesaron. Las ofensivas cartas de Laura Rugeles también así como los insultos y las agresiones de Héctor Echeverri. Ahora callan. ¿Por qué? No es muy difícil de entender: porque todo lo que hemos dicho lo hemos demostrado. Todo es verdad y más aún, porque un cierto pudor nos ha impedido publicar algunas de las andanzas de estos directivos. Han falsificado firmas y documentos, han pagado viajes personales y de sus amigos con recursos del squash, se han auto invitado a semanas de turismo en hoteles cinco estrellas con los mismos recursos, han mentido y engañado para mantenerse en el poder. Esa es la verdad.
Siguen allí, pero tienen un pequeño problema: ya todos los conocemos. Ya todos sabemos quien es cada uno de ellos y qué es lo que hacen. Cuando las personas los ven en un torneo, cuando se suben a una tarima a hablar de sus éxitos, cuando se sientan a su lado a ver un partido, cuando animan a sus hijos mientras juegan todos piensan: ese es uno de los tramposos. Y sí, algo ha cambiado: ya no caminan con la cabeza en alto porque ellos sabe que todos sabemos lo que hacen y lo que han hecho. Que todos sabemos quienes son. Por eso no hemos vuelto a oír sus risotadas, ni los vemos copetones (con tragos) en los torneos, ni los encontramos reunidos en mesa aparte, ni han vuelto a llevar prostitutas a los hoteles donde se alojan los deportistas. Por eso nadie ha vuelto a ver a Sergio Rodríguez en los torneos y muy rara vez a Carlos Espinal. Porque ya han quedado en evidencia y aunque mediante intrigas y trampas siguen aferrados a un poder que no les pertenece, ya nadie cree en ellos. ¿Hasta cuándo seguirán arrastrando su desvergüenza?

1 comment:

Anonymous said...

Sr. Torres:

Ya que usted ha tenido la valentía y el pundonor de denunciar, no solo públicamente sino ante las autoridades competentes, según se desprende de sus escritos a los personaes de marras, pués comencemos a limpiar nuestra propia casa.
Ha dado muetras de interés en nuestro deporte, entonces comenzemos a ejercer nuestros derechos. Me permito sugerir convocar a una reunión, aquí en Bogotá, para comenzar y saquemos a estos nefastos personajes. No más!
Un cordial saludo de apoyo.