Tuesday, May 22, 2007

LA ERA ESPINAL

En verdad son muchos los problemas (algunos francos delitos) que se han venido destapando en el squash colombiano y lo más grave es que la mayoría de ellos son de vieja data. Desde directivos que entran a las ligas con la intención de obtener dinero para sus hijos o promoverlos de cualquier forma (caso LISCUN), hasta selecciones internacionales hechas a dedo cancelando torneos selectivos con el propósito de favorecer a los hijos de los directivos, hasta casos de prostitución y alcohol en torneos internacionales promovidos por jugadores estrella, consentidos de los directivos y aún por los mismos directivos, con dinero de los directivos (caso HÉCTOR ECHEVERRI en los Panamericanos de Medellín), hasta falsificación de documentos, facturas y firmas, pagos simulados a jueces improvisados, millonarias partidas de dinero desaparecidas, peculados, dobles cobros para compra de implementos que luego no aparecen (caso LISBOG), violencia, vulgaridad, falta de ética durante el juego entre los jugadores, en especial entre los más jóvenes que buscan ganar a cualquier precio, niños a quienes se les enseña que para ganar hay que empujar, gritar, insultar, esconder bolas dobles o bajas o altas, así esto destruya sus conceptos éticos, porque eso mismo es lo que están haciendo sus padres, barras bravas que apabullan y agreden a jugadores infantiles, presiones permanentes a los árbitros. Aún la contratación de un entrenador de indudable valía como el señor Sardar se ha visto empañada por intereses personales y manipulaciones de los directivos.
Pero nada de esto lo ve Carlos Espinal, presidente de Fedesquash. No hay prueba, por contundente que sea, que le sirva siquiera para abrir una investigación. Y lo peor, es que yo creo que es cierto que no se da cuenta y obra de buena fé, empeñado en obtener medallas que le garanticen el dinero de los entes estatales a cualquier precio. Porque esas son sus metas. La obtención de medallas. No la ampliación de la base de jugadores, ni la formación ética y personal de estos jugadores, ni la elevación del nivel de juego en el país, ni la masificación del deporte, ni la participación democrática de los interesados en la elaboración de programas y en la toma de decisiones.
Todo esto lo hemos demostrado hasta la saciedad, pero Carlos cree estar haciendo lo correcto. Como tantas personas en circunstancias de ejercicio omnímodo del poder, se ha rodeado de personas que le dicen siempre lo que quiere oír mientras manejan las cosas a su antojo y en beneficio personal. Por eso la participación en los comités de Fedesquash se limita a quienes él mismo nombra a dedo. A los que están de acuerdo, a los que no solo no se oponen a nada sino que participan en la repartición del pastel, y por eso es que únicamente los miembros de esos comités (y nadie más) pueden tener ingerencia en la dirección del squash. Por todo esto es que los resultados de tantos años de presidencia de Carlos Espinal son los que estamos viendo, y solo hay una palabra que puede calificar este tipo de gestión, por más dura que sea: CORRUPCION. Eso es lo que campea hoy en día en el squash en Colombia. Y ésta será probablemente la principal herencia y el principal recuerdo que nos deje Carlos cuando finalmente decida retirarse: CORRUPCION.

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