LOS VICIOS DE FEDESQUASH

A las personas que se vinculan al FEDESQUASH actual parece sucederles algo similar a lo que pasa en la política: personas que inicialmente tenían buenas intenciones y una actitud limpia, parecen llenarse, contagiarse, diríamos, de los mismos vicios de los que está lleno ese entorno. Parece inevitable. Al plegarse a la voluntad de los actuales dueños del poder, la persona nueva, por más que traiga otros pensamientos o ideas, rapidamente se vuelve uno más de los anteriores: los intereses personales, las manipulaciones, los deseos de triunfar a cualquier costo, la mezquindad, una especie de lujuria del poder, lo inundan y ya no ve ni reconoce nada distinto a su propios intereses y a los del grupo. Si arbitra, favorece a los de su rosca, si dirige prefiere a los de su rosca, si tramita dineros, los tramita para sí y para su rosca. Los conceptos de servicio desinteresado, de justicia, de búsqueda del bien común desaparecen con rapidez. Lo vemos suceder una y otra vez. Andan en los torneos siempre con las mismas personas, su pequeño grupos de tres o cuatro, en pequeños conciliábulos, planeando, intrigando, decidiendo las vidas ajenas. Como no aceptan a nadie que discrepe de sus pensamientos o de su forma de hacer las cosas, pues simplemente no hay opinión distinta a la reinante. A cualquiera que se acerque rápidamente lo compran: un viaje aquí, una representación allá, un nombramiento por este lado, unos auxilios más allá. Si viajan, siempre representan a Colombia (así el viaje sea de paseo) y así están exentos de impuestos y logran otros beneficios. Pero solo ellos. A ellos se les perdona todo y no se sanciona nada, como hemos visto en los comentarios anteriores. Lo que en otros es gravísimo y causa de graves sanciones, en ellos es una falta venial.

Es triste pero parece que no es posible entrar en un mundo corrupto sin corromperse, sin volverse igual a aquellos que controlan ese mundo. No si se entra agachado. Y esa es la forma como se perpetúan los vicios de Fedesquash: no aceptan, no dejan entrar a nadie que no siga el camino que ellos han trazado, que no se someta a su voluntad, que no siga sus huellas, que no comulgue con sus ideas, y así, logran que todos se vuelvan como ellos.