DE SUEÑOS Y PREOCUPACIONES

Estoy preocupado porque no logro que la gente entienda lo que quiero hacer con este blogsito. Dicen que invento cosas. Que quiero hacerle daño a alguien. Y no sé dan cuenta de que yo tengo un corazón sensible incapaz de hacer daño y menos a dulces pequeñínes como El Nene Angulo y sus amigos. Más aún, puedo comprender que para el Nene pasar de anónimo a firmar con su nombre sus ataques no ha sido fácil y por eso recae en su vicio solitario con frecuencia. Tampoco querría hacerle daño a una niña dulce como Karen. Ni a Elssy Dos Eses, madre dedicada, prestante abogada con una abultada hoja de vida llena de cargos ad-honoren. Tampoco a un ser profundo y generoso como Raúl Vargas, amantísimo padre dedicado a beneficiar a toda costa a sus dulces retoños. 
No me entienden. Y no se imaginan cuánto sufro por su incomprensión. Insultos, calumnias, infamias, dudas sobre mi carácter dulce y pacífico, aunque sobre esto puede dar fé nuestra ya legendaria  figura nacional Santiago Montoya. Dudan hasta de mi dedicación a mi familia. Y yo me pregunto, ¿por qué tanta incomprensión? Miren: yo lo único que hago es lo que me enseñaron mi santa madre en el hogar y las monjitas de mi viejo colegio (creo que el mismo de los niños Vargas, cómo son las cosas): a decir la verdad.
¿Saben que en mi oficina tengo montones de documentos que sustentan las cosas que digo? Fotocopias, originales, facturas, declaraciones, tutelas, entrevistas, de todo. Paso noches enteras revisándolos uno por uno para estar seguro.  Aún a veces despierto en la madrugada gritando: ¡la verdad, la verdad! Invierto plata, tiempo de empleados y abogados, esfuerzos personales y ajenos para enterarme de los secretos de los que habla la niña Karen. El qué, el cómo, el quién. Y tal vez para mi desgracia lo he logrado y lo he publicado. ¿Y qué recibo a cambio de mis desvelos? Incomprensiones, dudas, ataques, insultos, calumnias. Me nombran los hijos a cada nada (sí, porque a mi santa madre, que cumplió 87 años, no la conocen). Me dicen viejo cuando solo tengo 58 años. Ni siquiera me mandan unas empanaditas de gratitud. Al contrario, en esta denonada y quijotesca lucha por depurar y limpiar el squash colombiano, por lograr que sea algo útil para alguien más que los hijos de los dirigentes y que los dineros públicos vayan a quienes  de verdad lo necesitan, que las becas de Trinity se les asignen a muchachos y muchachas para quienes eso signifique verdadero desarrollo para ellos y sus familias, es a mí a quien me toca repartir empanadas. A ver si por lo menos logro que los que no hacen nada lo hagan en sus casas. 
O en Paderborn, no sé, porque pienso que si Jairo invita a Elssy a Paderborn, y si ella pasa contenta, es posible que renuncie a Liscund y deje que alguien haga algo antes de que la liga desaparezca. O se me ocurre otra idea: ¿qué tal si Jairo organiza otro mundial en Paderborn, esta vez femenino, e invita a su mami como delegada turística con gastos pagos, y se hace el selectivo a medianoche, sin avisarle a nadie más que a Karen de manera que lo gane, y nombran como asesor de comunicaciones al Nene, y luego van los cuatro y... Bueno, yo creo que el Nene puede aprender alemán y se pone a trabajar de verdad en el Die Algo y se casa con Karen y...
¿Si ve niña Karen? Yo no invento cosas ni mando anónimos. Es que soy un soñador y sí, mi defecto es que me dejo llevar de mis sueños. Y sí, sueño con un squash donde los dirigentes se interesen en promover el deporte y donde gasten su tiempo y sus esfuerzos y aún su dinero, ¿por qué no?, no en comer empanadas y pelear por no pagarlas, sino en ayudar a quienes lo necesitan. No en buscar la manera de usar el dinero del estado en darle lujos a sus hijos y conseguirles viajes, becas y prebendas, sino en favorecer a quienes tienen talento pero no oportunidades. Sueño con ver de nuevo las canchas y los torneos llenos de jugadores. Y sueño con ver en Trinity, hablando en inglés y todo eso, no a los ex-alumnos del San Carlos sino a los chicos que vienen de ser caddies, que salen de las escuelas públicas, a los que no conocen un avión por dentro, para que logren con este deporte superar tantas miserias e injusticias que viven en este país. Y sueño con que los que lleguen a ser entrenadores en NY no sean los del Anglo Colombiano sino los del Inem de algún lado y se puedan llevar a sus familias a dejar de pasar hambre y construir una vida digna.
¿Si vé niña Karen? Yo no invento cosas. Son las fantasías de quien comienza a hacerse viejo, como dice el Nene. De un abuelo a quien asquean la mezquindad, la mentira  y la cobardía y por eso prefiere hacer algo antes que aceptar y someterse a la triste realidad del squash colombiano.
Así como me asquea la linda fiestica que tenía montada (y por desgracia tiene aún) la Linda Familia Corleone, perdón, la Linda Familia Squash, de la cual su dulce noviecito hacía parte importante.